miércoles, 21 de octubre de 2015

Nuestro sacerdocio bautismal, por el P. Javier Sánchez Martínez

Los nuevos hijos de la Iglesia reciben por las aguas bautismales y la unción con santo Crisma una impronta, un estatuto nuevo: ya son profetas, sacerdotes y reyes. Esto marca la vida cristiana señalándole un tono muy concreto para vivir en el mundo.

¿Pero cómo se es sacerdote por el bautismo? ¿Qué da, qué significa, qué conlleva, que todos somos sacerdotes por nuestro bautismo? ¿Cuál es este "sacerdocio común", que así se llama?

Vayamos a la doctrina de la Constitución Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II:

"Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (cf. Hb 5,1-5), de su nuevo pueblo «hizo... un reino y sacerdotes para Dios, su Padre» (Ap 1,6; cf. 5,9-10). Los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz (cf. 1 P 2,4-10). Por ello todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios (cf. Hch 2,42-47), ofrézcanse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rm 12,1) y den testimonio por doquiera de Cristo, y a quienes lo pidan, den también razón de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos (cf. 1 P 3,15)" (LG 10).

Concentra muy bien los puntos de vida del sacerdocio bautismal:

- se ejerce por medio de las obras santas de la vida
- ofrecen sacrificios espirituales (todo se ofrece a Dios: trabajo, alegrías, pequeñas mortificaciones, el ejercicio de la paciencia o de la fortaleza o de la templanza...)
- anuncien a Cristo, como evangelizadores en su familia, en sus ámbitos laborales o de amistad, en el mundo
- se vive mediante la oración personal y litúrgica
- se ofrecen a Dios por completo
- dan testimonio de vida
- y dan razón de su propia esperanza, de su fe (la razonabilidad de la fe).

A veces se han creado intencionadamente confusiones; todos somos sacerdotes por el bautismo, sí, pero el sacerdocio bautismal no es igual que el sacerdocio ministerial (de los presbíteros), ni éste es una delegación de los fieles. Sigue la Const. Lumen Gentium:

"El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo [16]. El sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de que goza, forma y dirige el pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía [17] y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante" (LG 10).

Somos sacerdotes por el bautismo en medio del mundo: consagrados a Dios, es misión de todo bautizado orar personal y comunitariamente en la liturgia para santificarlo todo y es misión la de ofrecer a Dios todos y cada uno de nuestros actos para su gloria y para el bien de los hombres.

El santo crisma, recibido en la Confirmación, nos consagra para Dios y para el ejercicio de un culto santo. Somos sacerdotes de nuestra propia existencia para un culto verdadero, en espíritu y verdad, una liturgia viva, "existencial".

Orígenes, en el siglo III, lo desgranaba hermosamente:

"Cada uno de nosotros tiene en sí un holocausto y enciende en sí mismo el altar de su holocausto, para que continúe siempre ardiendo. Cuando renuncio a todo lo que poseo, y tomo mi cruz y sigo a Cristo, he ofrecido un holocausto en el altar de Dios. Cuando poseo el amor y doy mi cuerpo a las llamas y alcanzo la gloria del martirio, me he ofrecido a mí mismo como holocausto en el altar de Dios. Cuando amo a mis hermanos hasta dar la vida por ellos, cuando combato hasta el fin por la justicia, por la verdad, he ofrecido un holocausto en el altar de Dios. Cuando con la mortificación de mis miembros me mantengo libre de cualquier concupiscencia de la carne, cuando el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo, he ofrecido un holocausto en el altar y me convierto a mí mismo en sacerdote de mi ofrenda" (In Lev. hom., 9,9).

Es una hermosa catequesis y profundamente realista: nos enseña a vivir como sacerdotes en medio del mundo.

Fuente: religionenlibertad.com
P. Javier Sánchez Martínez, diócesis de Córdoba, España.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Si no me dejan ser padrino, apostato, por el P. Guillermo Juan Morado

Realmente, la vida nos pone a prueba. En nuestros actos manifestamos quienes somos. A todos nos llega, alguna vez, la “hora de la verdad”. Uno puede pensar que es lo que no es en realidad. No podemos pensar, por ejemplo, que somos pacientes si, al menor contratiempo, saltamos por las paredes. La paciencia se demuestra cuando toca padecer o soportar algo. Sin esa prueba de fuego, jamás podríamos verificar si somos o no, de verdad, pacientes.

La figura del padrino del Bautismo es controvertida. Y lo es porque, con frecuencia, aparece como algo decorativo, casi ornamental, sin sustancia. Lo esencial, a la hora de bautizar a un niño, o a un adulto, es que el comienzo de vida nueva que supone el Bautismo se desarrolle. Y para que una vida pueda desarrollarse se necesitan ayudas, tanto en el plano meramente humano como en el plano de la fe.

¿A quién le corresponde prestar esta ayuda? Si se trata de niños, les corresponde, claramente, a los padres. Los padres no solo han de querer bautizar a su hijo, sino que han de querer que su hijo crezca como cristiano. Sin esa disposición, sería preferible que, salvo peligro de muerte, no llevasen a bautizar a sus hijos. Los sacramentos no tienen como finalidad generar apóstatas, sino creyentes.

En esta línea, de apoyo al crecimiento en la fe del recién bautizado, se sitúa el papel de los padrinos, o del padrino o de la madrina. La Iglesia no obliga a que haya padrinos: Puede haber un padrino, o una madrina, o un padrino y una madrina. Puede haberlo, pero no es necesario que lo haya: “En la medida de lo posible”, dice el canon 872.

Eso significa que si no hay nadie, en el entorno cercano del neófito, que pueda, de verdad, cumplir esa función responsablemente, es mejor prescindir de ella. El famoso dicho: “El que no tiene padrinos, no se bautiza”, es falso. Es, hoy por hoy, una leyenda urbana.

Ah, pero si alguien ha de ser padrino o madrina, ha de poder serlo: “deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana” (Catecismo, 1255). Su tarea es una verdadera función eclesial.

Y, de todos modos, haya o no padrinos, toda la comunidad eclesial “participa de la responsabilidad de desarrollar y guardar la gracia recibida en el Bautismo” (Catecismo, 1255).

No hay un derecho universal a ser padrinos. Como no lo hay a ser Papa. Para ser padrino o Papa hay que reunir las condiciones  básicas que facultan para desempeñar esas tareas. Y es preciso, también, ser elegido para desempeñarlas. Un Papa no se elige a sí mismo: Lo eligen los cardenales. Un padrino tampoco se postula a sí mismo. Lo elige quien va a bautizarse, o sus padres o el párroco. Pero no caprichosamente, sino si tiene la capacidad para esa misión y la intención de desempeñarla.

Que alguien que estaría llamado a ayudar al bautizado en su camino de fe, solo por no ser aceptado como padrino o madrina, anuncie que el niño no se bautizará y que él mismo piensa, en protesta, apostatar, solo confirma que no era, en absoluto, una persona apropiada para cumplir esa misión.

Fuente: infocatolica.com

miércoles, 2 de septiembre de 2015

El Obispo de Cádiz anuncia que Roma no permite a la mujer transexual de San Fernando ser padrino de bautismo

En una comunicación enviada a los medios, Mons. Rafael Zornoza, obispo de Cádiz y Ceuta, ha indicado que tras consultar a la Santa Sede sobre el caso de la persona transexual que pidió apadrinar a un sobrino en su diócesis, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha respondido que no es posible admitirla como padrino de bautismo. En consecuencia, el obispo ha hecho saber a los interesados que no puede aceptarse su solicitud.

El obispo consultó a la Congregación del Vaticano ante la complejidad y escándalo suscitado por el anuncio, no oficial, de que la mujer que se presenta como transexual sería padrino de su sobrino en San Fernando, Cádiz. El asunto fue objeto de diversos reportajes y entrevistas con manipulación mediática, así como de manifestaciones de los habituales grupos de presión del colectivo LGTB, en un evidente intento de desviación del centro de interés de la opinión pública.

Comunicado de Mons. Rafael Zornoza, Obispo de Cádiz y Ceuta

En relación con las declaraciones aparecidas en diferentes medios en referencia a la denegación o aceptación como padrino de bautismo de una persona que se presenta como transexual, tengo el deber pastoral de manifestar pública y definitivamente lo siguiente:

Los padrinos del Sacramento del Bautismo asumen, ante Dios y su Iglesia y en relación con el bautizado, el deber de cooperar con los padres en su formación cristiana, procurando que lleve una vida congruente con la fe bautismal y cumpla fielmente las obligaciones inherentes. En vista de esa responsabilidad, el Catecismo de la Iglesia Católica pide que los padrinos sean «creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado ... en su camino de la vida cristiana»(CEC, n. 1255). Por todo ello, al ser una función eclesial la ley de la Iglesia exige, entre otras condiciones, que sólo sea admitido como padrino o madrina quien tenga capacidad para asumir seriamente estas responsabilidades y lleve un comportamiento congruente con ellas (cf.CIC, can. 874 §1, 3). Si no fuera posible hallar una persona que reúna las cualidades necesarias, el párroco puede conferir el Bautismo sin padrinos, que no son necesarios para celebrar este Sacramento.

Ante la confusión provocada entre algunos fieles al haberme sido atribuidas palabras que no he pronunciado, y por la complejidad y relevancia mediática alcanzada por este asunto, teniendo en cuenta las posibles consecuencias pastorales de cualquier decisión al respecto, he elevado una consulta formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuya respuesta ha sido:

«Sobre este particular le comunico la imposibilidad de que se le admita. El mismo comportamiento transexual revela de manera pública una actitud opuesta a la exigencia moral de resolver el propio problema de identidad sexual según la verdad del propio sexo. Por tanto resulta evidente que esta persona no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino (CIC can 874 §3), no pudiendo por tanto ser admitido al cargo ni de madrina ni de padrino. No se ve en ello una discriminación, sino solamente el reconocimiento de una objetiva falta de los requisitos que por su naturaleza son necesarios para asumir la responsabilidad eclesial de ser padrino»

El Papa Francisco ha afirmado en varias ocasiones, en continuidad con el Magisterio de la Iglesia, que esta conducta es contraria a la naturaleza del hombre. En su última encíclica acaba de escribir:

«La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma» (Laudato si, n.155).

Por estas razones,se ha hecho saber a los interesados que no puede aceptarse su solicitud.
La Iglesia acoge a todas las personas con caridad queriendo ayudar a cada uno en su situación con entrañas de misericordia, pero sin negar la verdad que predica, que a todos propone como un camino de fe para ser libremente acogida.

Fuente: infocatolica.com

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viernes, 7 de agosto de 2015

¿Y si nos olvidamos un poco de la figura de los padrinos?, por el P. Guillermo Juan Morado


Creo que la costumbre nos está condicionando excesivamente. Está muy bien que haya padrinos del Bautismo, pero no es esencial que los haya. Se puede, perfectamente, celebrar el Bautismo sin padrinos.

El Código de Derecho Canónico dice:

“Canon 872: En la medida de lo posible, a quien va a recibir el Bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el Bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el Bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo”.

“En la medida de lo posible”. Y puede ser posible o no serlo. Y, a la vez, se señala muy claramente cuál es la función del padrino, en el caso del Bautismo de un niño: “juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el Bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el Bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo”.

En el día a día de la vida parroquial una cuestión, en sí misma menor, como la de los padrinos, proporciona, a veces, dolores de cabeza. No es preciso que haya padrinos, pero si los hay han de cumplir unos requisitos.

Estos requisitos no surgen de los caprichos del párroco, sino de la lógica propia de esa función de los padrinos. Un padrino no es un eventual sustituto de los padres. No lo es. Es otra cosa: es como una guía, o un modelo, de vida cristiana para el neófito, para el recién bautizado.

No existe un derecho universal a “ser padrino”. No. Los padres y el párroco y, en última instancia, el Obispo, han de decidir si una persona puede ser algo así como una guía para la vida cristiana del recién bautizado. Y es evidente que no vale cualquiera. A mi modo de ver, no vale para padrino quien, entre otras cosas, no vaya a Misa cada domingo.

Puede no haber padrinos, pero si los hay no sirve cualquier persona para esa función:

“Canon 874 § 1: Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que:

1º. haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes ocupan su lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que tenga capacidad para esta misión e intención de desempeñarla;

2º. haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca otra edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible una excepción;

3º. sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir;

4º. no esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada;

5º. no sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar”.

No hay una máquina que, al modo de las que miden la presión arterial, determine si se puede ser padrino o no. Habrá que discernir en cada caso, pero no de una manera arbitraria sino lógica.

Hay otra figura muy interesante que prevé el Código de Derecho Canónico: la de testigo del Bautismo. Cualquier bautizado puede ejercer esa función.

Quizá proceda restringir la posibilidad de ser padrino, o madrina, y ampliar la figura del testigo del Bautismo.

La pastoral no puede estar reñida con la verdad de las cosas. Ni tampoco cabe pedir lo imposible.

Fuente: infocatolica.com

El obispo de Cádiz se retracta y permitirá al joven transexual ser padrino de sus dos sobrinos


El Obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, permitirá a Álex Salinas, un joven transexual de San Fernando (Cádiz), ser el padrino del bautizo de sus sobrinos, según le ha anunciado el titular de la parroquia donde iba a tener lugar la ceremonia.

Salinas ha explicado que el párroco le ha comunicado que había hablado con el Obispado y que le había trasladado que la decisión de impedirle ser padrino había sido un error porque ser transexual no es obstáculo para ser padrino de un bautizo eclesiástico.

"Estoy muy contento por lo que supone para mí pero, sobre todo, porque lo que vale para mí, vale para otros transexuales que somos católicos y queremos formar parte de la Iglesia", ha explicado.

Salinas ha recibido el mensaje del párroco después de una intensa campaña en redes sociales e internet y, una vez que su hermana anunciase la cancelación del bautizo hasta que el joven pudiese ser el padrino.

Según ha contado el futuro padrino, el párroco ha instado ya a su familia a poner fecha a esta celebración, que, en principio, se esperaba para el mes de septiembre.

Según cuenta, "al obispo le han explicado compañeros que han estudiado medicina lo que significa ser transexual y se ha interesado por el tema, por lo que quiere reunirse conmigo en septiembre". El obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión de Familia y Vida, Mario Iceta, parece haber sido clave.

No sólo eso, sino que el obispo ha querido ir más allá con su caso. "A mi párroco le ha asegurado el obispo que no hay ninguna ley en el derecho canónico que impida a los transexuales ser padrinos", explica Álex, que añade: "Esto sienta precedente para el resto de España, no se va a aplicar sólo a mi caso".

Por su parte la diputada socialista Carla Antonelli, ha expresado su satisfacción por la decisión del Obispado y ha declarado que "es de sabios rectificar y la Iglesia ya ha tenido tiempo en 2.000 años para aprender a hacerlo".

Antonelli, ha confiado en que el caso de Álex Salinas sirva también para otros transexuales creyentes, ya que "se puede ser transexual y ser creyente, como se puede ser transexual y buena persona o mala persona". Se ha mostrado segura de que esta decisión "histórica" de la Iglesia ayuda a consolidar su mensaje.

El bautizo estaba previsto en la parroquia de San José Artesano de San Fernando (Cádiz), pero Salinas fue rechazado como padrino por su condición de transexual, en una decisión que el Obispado de Cádiz y Ceuta justificaron en que para ejercer esta función hay que llevar un estilo de vida congruente con las disposiciones de la Iglesia.

Fuente: religiondigital.com

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jueves, 6 de agosto de 2015

El obispo de Cádiz permite a un transexual ser padrino de bautizo


Alex Salinas, un transexual de veintiún años, podrá ser el padrino de bautizo de su sobrino. El Obispo de Cádiz y Ceuta permitirá a Álex Salinas, un joven transexual de San Fernando (Cádiz), ser el padrino del bautizo su sobrino, según le ha anunciado el titular de la parroquia donde iba a tener lugar la ceremonia.

Salinas ha explicado que el párroco le ha comunicado que había hablado con el Obispado y que le había trasladado que la decisión de impedirle ser padrino había sido un error porque ser transexual no es obstáculo para ser padrino de un bautizo eclesiástico.

«Estoy muy contento por lo que supone para mí pero, sobre todo, porque lo que vale para mí, vale para otros transexuales que somos católicos y queremos formar parte de la Iglesia», ha explicado.

Salinas ha recibido el mensaje del párroco después de una intensa campaña en redes sociales e internet y, una vez que su hermana anunciase la cancelación del bautizo hasta que el joven pudiese ser el padrino.

Según ha contado el futuro padrino, el párroco ha instado ya a su familia a poner fecha a esta celebración, que, en principio, se esperaba para el mes de septiembre.

Por su parte la diputada socialista Carla Antonelli, ha expresado su satisfacción por la decisión del Obispado y ha declarado que «es de sabios rectificar y la Iglesia ya ha tenido tiempo en 2.000 años para aprender a hacerlo».

— No dejar a nadie fuera

«La Iglesia tampoco puede rechazar a nadie de esa manera porque esa decisión no era digna de la palabra de Dios porque Jesucristo nunca concibió ese odio», ha añadido.

Antonelli, ha confiado en que el caso de Álex Salinas sirva también para otros transexuales creyentes, ya que «se puede ser transexual y ser creyente, como se puede ser transexual y buena persona o mala persona». Se ha mostrado segura de que esta decisión «histórica» de la Iglesia ayuda a consolidar su mensaje.

El bautizo estaba previsto en la parroquia de San José Artesano de San Fernando (Cádiz), pero Salinas fue rechazado como padrino por su condición de transexual, en una decisión que el Obispado de Cádiz y Ceuta justificaron en que para ejercer esta función hay que llevar un estilo de vida congruente con las disposiciones de la Iglesia.

La difusión de esta negativa propició una petición en la plataforma change.org para que el papa Francisco recibiese a Salinas y tratase con igualdad al colectivo de transexuales, una iniciativa que ha reunido hasta ahora más de 34.000 firmas.

Fuente: abc.es

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miércoles, 29 de julio de 2015

La diócesis de Cádiz y Ceuta explica las razones por las que un transexual no puede ser padrino de bautismo

Ante las informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación sobre el impedimento a un transexual para ser padrino de un bautismo que se va a celebrar en San Fernando (Cádiz, España), la diócesis de Cádiz y Ceuta ha publicado un comunicado en el que explica las razones por las que dicha persona no puede ejercer tal función. Las mismas están basadas en el Código de Derecho Canónico al que la Iglesia ha de atenerse.

Comunicado de la diócesis de Cádiz y Ceuta:

Ante las informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación sobre el impedimento a un transexual para ser padrino de bautismo, el Obispado de Cádiz y Ceuta manifiesta que:

Ante la petición de A.S. de ser padrino de bautismo, el párroco mantuvo una cordial conversación con el indicándole que debía cumplir con los requisitos que expresa el Código de Derecho Canónico, c. 874/3 que exige a quien haya de ser padrino o madrina de bautismo, que "sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el santísimo sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir".

En esta amplia charla y acogiendo el sentir del solicitante, el párroco le animó a vivir congruentemente su fe y que, a pesar de no ser el padrino de bautismo, participara de algún modo como padrino espiritual, pudiendo animar y ayudar en la vida de fe al bautizando.

Durante todo el tiempo, tanto la actitud del párroco como la del solicitante fue amable y comprensiva, de tal modo que al finalizar dicho encuentro, A.S. dio la impresión de estar conforme con las indicaciones tratadas con el párroco que le manifestó su total disponibilidad para ayudarle en cuanto deseara y le transmitió que, la Iglesia, como madre, tiene la misión de acoger, escuchar y ayudar a vivir un camino espiritual donde el mensaje de Cristo se manifiesta en su Iglesia y donde el cristiano halla su felicidad y dignidad.

Según el Código de Derecho Canónico es el párroco o ministro del sacramento quien ha de velar con responsabilidad para que se cumplan los requisitos del canon 874, e incluso disuadir a quienes a su parecer no los cumplen por diferentes razones, por el propio bien del bautizado, pues el padrino ha de velar por el crecimiento en la fe del bautizado y acompañarle para que aprenda de su mano los fundamentos doctrinales y morales de la fe cristiana.

A nadie debe extrañar si alguien no puede ser admitido, algo que sucede con frecuencia, por no ser considerado idóneo por su estilo de vida, criterios o incongruencia con la vida cristiana y las disposiciones de la Iglesia, lo cual no supone ninguna discriminación.

Fuente: infocatolica.com

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El Obispado de Cádiz impide a un transexual ser padrino de bautismo de su sobrino

El Obispado de Cádiz y Ceuta ha impedido a Alex Salinas, un transexual de 21 años, ser el padrino de bautizo de su sobrino en una parroquia de San Fernando, un hecho que la Iglesia explica porque, por su condición, no cumple con el requisito de llevar "una vida congruente con la fe", según fuentes del Obispado.

"Para la Iglesia, yo sigo siendo una mujer, aunque tenga mi DNI cambiado", ha explicado Alex Salinas, que quiere interponer un recurso para que el Obispado reconsidere una decisión que a él le ha sentado "como una patada en el estómago" porque "yo soy muy creyente".

Él, que nació mujer y que desde febrero del año pasado tiene DNI como hombre y está en lista de espera para una operación de cambio de sexo, no entiende la negativa de la Iglesia a que él sea el padrino del bautismo del hijo de su hermana.

En declaraciones a Efe, este joven que se define como católico y que acudía a misa hasta que dejó de hacerlo por sus jornadas de trabajo en un restaurante de comida rápida, ha explicado que en un principio el párroco de San José Artesano de San Fernando no puso pegas a que fuera el padrino en la ceremonia religiosa.

Sin embargo, al solicitar al Obispado la documentación de su bautismo el párroco le comunicó que no podría ejercer como tal. El joven acudió entonces a otras parroquias de la localidad, pero en todas ellas recibió la misma respuesta. Así, según cuenta, fue al Obispado para conocer las razones.

"Para ellos soy insano, por así decirlo", manifiesta este joven, que lamenta que algunos con quienes ha hablado le han ofrecido "darme el perdón, como si yo hubiera estado pecando".

La Iglesia, que establece los requisitos para ser padrino de un bautismo en el capítulo 4 del Código de Derecho Canónico sobre los sacramentos, ofrece a Alex Salinas la posibilidad de ser "padrino espiritual" de su sobrino, según han explicado a Efe fuentes del Obispado de Cádiz y Ceuta.

Es una opción que da a personas que, como entiende en este caso, no cumplen con alguno de los requisitos establecidos para ser padrino de un bautismo católico, una vez que se ha comprobado que detrás de la solicitud hay "una buena intención".

Ambos, el padrino "real" y el "espiritual", tienen la misma misión, la de ayudar a crecer al niño en la fe católica, aunque sólo el nombre del primero de ellos aparece recogido en los papeles de la Iglesia sobre el sacramento.

Fuente: religiondigital.com

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jueves, 25 de junio de 2015

Cosas que pasan en los bautizos, por el P. Jorge González Guadalix


Prometo solemnemente que todo lo que cuento es real y en parejas que habían asistido a las catequesis bautismales.

Dicho esto, en la parroquia de un servidor tenemos la catequesis bautismal en tres momentos. Una primera entrevista personal al pedir el bautismo para la criatura, un encuentro posterior con cada pareja, y finalmente la explicación del rito con las familias que bautizan cada mes.

¿Qué pedís a la Iglesia para vuestro hijo?

Anda que no lo tenemos ensayado y explicado. Es igual. Demasiadas veces silencio. Hasta que tímidamente alguien dice: “que sea feliz”. En una ocasión soltaron “que tenga salud”. No me contuve: “eso tienen que solicitarlo en La Paz” (La Paz es uno de los mayores hospitales de Madrid).

Entender la homilía al revés

Suelo decir a los padres en la homilía que la Iglesia no pretende que los niños sean buenos, sino que sean santos, y eso quiere decir vivir cada día según nos enseñó Cristo y la iglesia nos transmite. Por ejemplo, para alguien como Bin Laden ser bueno es ser el mayor terrorista y cargarse las torres gemelas dejando miles de muertos, pero un cristiano entiende la bondad de otra manera. En ese momento hubo gente que se levantó y se fue. A la salida me hicieron patente su indignación: no estaban dispuestos a tolerar que un servidor considerara a Bin Laden una buena persona. En fin…

Promesas bautismales

De carrerilla. Sin pensar. ¿Renunciais a Satanás? Sí, renuncio. ¿Y a sus obras? Sí renuncio… De carrerilla… ¿Creeis en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra? Sí, renuncio…

Carta de aguas

Hasta ahora algunas familias acudían con agua del Jordán. Hace tiempo que me llega una auténtica carta de aguas: de la ermita del Rocío, Lourdes, Fátima, Covadonga, la fuente del pueblo, el pozo de la huerta de la abuela. Agua. Y basta. No tengo mayor problema en acceder a ello. Si a una familia le hace ilusion bautizar con agua de la fuerte de su pueblo… ¿por qué no, si es agua?

Echarte de la pila bautismal

Pila pequeñita que teníamos en el pueblo. Cuando estoy apunto de derramar el agua sobre la cabeza del neófito, un ruego del fotógrafo: “¿le importaría apartarse?” No… lo único que si me voy nos quedamos sin bautizo.

Misma pila bautismal. Tras ella, la cruz procesional. Una cámara de vídeo de esas que parecían una mochila familiar. Giro artístico del cámara, golpe a la cruz procesional, y la cruz que cae exactamente sobre la cabeza de un servidor. “¿No le habrá importado, verdad? Nooooo. Es lo normal, me pasa casi a diario…”

Momento de encender la vela en el cirio pascual

Parece que se resiste. Hasta que llega un invitado con su mechero de lujo y te dice: “no se esfuerce… ya enciendo yo la vela”. A ver cómo le explicas que se carga todo el simbolismo.

“Padre… mi niña tiene nueve años, va a hacer la primera comunión y está sin bautizar. ¿La podemos bautizar aquí?” Era el pueblo y no les conocía de nada, así que les pregunté por su domicilio… ¡a cuarenta kilómetros! Les sugerí que lo conveniente era hablarlo con su parroquia… Respuesta: “de todas formas no sé por qué se empeñan en que haya que bautizar a los niños antes de hacer la primera comunión, ganas de complicar la vida a las familias…”

Fuente: infocatolica.com

miércoles, 6 de mayo de 2015

«¿Bautizas a tu hijo y desapareces hasta la Primera Comunión?»: pregunta del Papa en una parroquia, por Álvaro de Juana/Aciprensa

Hay padres que luego de bautizar a sus hijos desaparecen y no los vuelven a traer a la iglesia hasta su Primera Comunión, advirtió el Papa Francisco durante el encuentro con las familias en Ostia (Italia), al recordar que luego de este primer sacramento es importante seguir llevando a los niños a las parroquias y continuar el acompañamiento en su camino de fe.

“Ser siempre cercanos al Señor, que ha dado la fe a estos niños. Y después vendrá la catequesis. Vendrá la Primera Comunión, la Confirmación, pero siempre este camino. Que no sea: ‘Hago esto y después regreso seis años más tarde’. No, no… Siempre acercarse un poco, en el tiempo que tiene uno para hacerlo. Pero no alejarse, porque es mejor ser así de cercanos”, señaló el Papa durante el encuentro con el que concluyó su visita pastoral a Ostia.

El Santo Padre advirtió que luego del Bautismo hay personas que dicen “‘ahora, padre, yo he cumplido, he hecho lo que debía hacer, ahora adiós…’ Pero, ¿qué quiere decir esto? –preguntó el Papa-. ‘No, he bautizado, ahora me voy a casa y no nos veremos más, hasta la Primera Comunión...’”.

“Pero no –exclamó Francisco-, es importante también caminar con el niño en este camino de la fe nueva y acercarse a la parroquia”. En ese sentido, se dirigió a un matrimonio que estaba presente. “¡Cuando tengan ustedes tiempo! Porque no siempre se tiene tanto tiempo con los niños. ¡Y ustedes, con cinco, no sé cómo hacen!”, les dijo.

El Pontífice, que agradeció la presencia de los niños bautizados este año, afirmó que “es un paso precioso bautizarse” porque “se comienza la vida de la fe”.

En ese sentido, explicó que “en el Bautismo les damos la luz de la fe. Por ello, al inicio del cristianismo, el Bautismo se llamaba también ‘Iluminación’” porque con este sacramento “el niño recibía del padre y de la madre la fe”.

“Y desde el momento en el que Jesús nos ha mandado bautizar hasta hoy se ha hecho una cadena. Uno bautiza al otro, al otro, al otro… Y estos niños, que han sido bautizados ahora, con el paso de los años se pondrán en su lugar y llevarán a sus niños”, afirmó.

Por ello, reiteró su llamado a “que siempre exista esta transmisión de la fe, dar la luz de la fe”. Francisco aseguró que esta “es la mejor herencia que podemos dar a los niños: la luz de la fe. Junto con el testimonio cristiano”.

Fuente: religionenlibertad.com

lunes, 16 de febrero de 2015

De la fiesta del bautismo de Jesús, por Luis Antequera

Tradicionalmente, la fiesta del Bautismo de Jesús se celebraba el día 6 de enero junto con otros dos eventos evangélicos bien conocidos: la Visita de los Magos de Oriente y las Bodas de Caná, manifestaciones las tres de la Epifanía (majestad) del Señor. Es más que posible que en algún momento de la vida del paleocristianismo, y de manera parecida a cómo aún hoy continúa siendo entre los cristianos armenios, se celebrara también en la misma fecha el propio nacimiento de Jesús.

Como quiera que sea, en 1955 el Papa Pío XII siente la necesidad de separar el Bautismo de Jesús de los otros dos eventos con los que comparte la festividad, emplazando la nueva fiesta en el 13 de enero, día en el que finaliza la llamada Octava de la Epifanía que da comienzo, precisamente, el 6 de enero. Con lo que, a partir de ese momento, dicho 6 de enero se queda para celebrar tanto la Visita de los Magos de Oriente a la que se refiere Mateo y sólo Mateo (Mt. 2, 1-12), como, de manera mucho menos conocida, también el evento de las Bodas de Caná, que relata Juan y sólo Juan (Jn. 2, 1-12).

No es el último cambio que sufre la festividad, pues en 1969, Pablo VI volverá a trasladar su fecha, dándole esta vez, al igual que sucede con tantas otras fiestas del calendario cristiano (Domingo de Gloria, Domingo de Resurrección, Pentecostés, etc.), carácter móvil, y emplazándola en el primer domingo posterior a la fiesta de la Epifanía el 6 de enero. Una fiesta que este año hemos celebrado ayer mismo, 8 de enero, y que, en cualquier caso, pone fin al ciclo litúrgico que se da en llamar “tiempo de navidad”, al que sigue desde el día siguiente el primer "tiempo ordinario" del año (después de Semana Santa se inicia el segundo).

Juan Pablo II inició una bella costumbre cual es la de bautizar un número de niños con ocasión de la festividad, costumbre que su sucesor Benedicto XVI ha mantenido y consolidado, como de hecho demostró ayer derramando las aguas bautismales sobre 16 niños en la Capilla Sixtina.

Mientras la Iglesia Anglicana celebra el bautismo de Jesús de manera parecida a como lo hace actualmente la Iglesia de Roma, separándolo pues de la Visita de los Magos, las iglesias ortodoxas suelen hacerlo como lo hacía antes la Iglesia Católica, es decir, como una más de las celebraciones epifánicas del 6 de enero.

Fuente: religionenlibertad.com

De la obligación de un cristiano de bautizarse con el nombre de un santo, por Luis Antequera

Es uno de esos paradigmas generalmente aceptados por todos que en el bautismo no se puede tomar un nombre que no sea el de un santo reconocido por la Iglesia. En mi propia familia, a propósito del tema tenemos un precedente curioso, pues se da el caso de que yo tengo dos hermanos a los que da nombre el gran santo jesuita misionero que fue San Francisco Javier, lo que es así porque el primero murió al poco de nacer, y al segundo le dieron su nombre en su recuerdo. Pues bien, el primero se llama Javier, simplemente Javier, mientras que el segundo, por empecinarse el cura en que Javier no era un nombre sino sólo una población y que el santo era “Francisco de Javier”, hubo de llamarse así, Francisco Javier.

Dicho todo lo cual me pregunto hoy, e invito a Vds. a preguntarse conmigo, ¿es verdad que le está prohibido a un cristiano que quiera cumplir con su religión tomar un nombre ajeno al santoral cristiano?

He acudido al Catecismo de 1997 en busca de una respuesta, y en él me encuentro lo siguiente:

“En el bautismo, el nombre del Señor santifica al hombre, y el cristiano recibe su nombre en la Iglesia. Puede ser el nombre de un santo, es decir, de un discípulo que vivió una vida de fidelidad ejemplar a su Señor” (Cat. 2156).

Para poco más adelante, insistir en la idea:

“En el Bautismo, la Iglesia da un nombre al cristiano. Los padres, los padrinos y el párroco deben procurar que se dé un nombre cristiano al que es bautizado” (Cat. 2165).

Numerales los dos de los que se ha que concluír que no está taxativamente ordenado que el cristiano adopte el nombre de un santo, aunque sí sea, para la Iglesia, recomendable.

A mayor abundamiento, ambos números explican las ventajas de recibir el nombre de un santo. Así, el 2156 dice esto al respecto: “Al ser puesto bajo el patrocinio de un santo, se ofrece al cristiano un modelo de caridad y se le asegura su intercesión” (Cat. 2156).

Algo en lo que el 2165 una vez más insiste: “El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesión” (Cat. 2165)

Por si todo esto fuera poco, encontramos recogida la misma idea en otro texto fundamental de la Iglesia, el Código de Derecho Canónico, en el que leemos

“Procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga un nombre ajeno al sentir cristiano”. (CIC 855)

Así pues recomendado, recomendable si quieren Vds. sí; obligatorio, taxativamente obligatorio, no.

Fuente: religionenlibertad.com

De la costumbre de recibir nombres estrictamente cristianos: una reseña histórica, por Luis Antequera

Si hace ya unos días hablábamos de la obligatoriedad o no de los cristianos de portar un nombre cristiano, vamos a hablar hoy de un tema adyacente que puede llegar a parecer el mismo, pero que en realidad, no lo es: la costumbre de esos mismos cristianos de portarlos.

Lo primero que debe decirse al respecto es que la lectura de los textos canónicos permite concluir que los judíos entre los que fueron reclutados los que cabe denominar los “primeros cristianos” portaban tanto nombres judíos como griegos. Sólo en el ámbito de los apóstoles, tres por lo menos portaban nombres griegos: Andrés, Felipe y Bartolomé, un curioso nombre formado por una partícula aramea “bar”, “hijo de”, y un nombre griego “Ptolomeo”.

Cabe otorgar aquí un lugar de honor a los nombres de exclusiva y precisa creación por parte de Jesús: así “Pedro”, que es como Jesús bautiza a Simón bar Jonás, o incluso, posiblemente, “Mateo”, que podría ser –es sólo una hipótesis y por cierto, muy personal- el nombre dado por Jesús a su apóstol Leví.

El estudio de los primeros escritos del cristianismo y de las inscripciones de las catacumbas permite constatar que los nombres de los cristianos durante los tres primeros siglos no difirieron significativamente de los de los paganos que los rodeaban. Lo que, por otro lado, es bastante lógico, porque de haberse ceñido los cristianos a los nombres considerados entonces cristianos, es decir, los aparecidos en los textos canónicos y poco más, apenas habrían podido elegir entre unas pocas decenas, y como ya hemos visto, tanto de procedencia griega como hebrea.

En un segundo momento, los nombres paganos empiezan a cristianizarse a través de los mártires que los portan, los primeros santos del cristianismo, y de otros nombres que se empiezan a crear en función de los relatos exclusivamente cristianos, curiosa categoría a la que pertenecen nombres como “Christophorus” (el que porta a Cristo que da el español “Cristóbal”), “Redemptus” (Redimido), “Restitutus” (Restituído), “Verónica” (verdadera imagen), “Epiphanius”, “Benedictus”, “Deogratias”, etc..

Eusebio de Cesarea en su “Historia Eclesiástica” de principios del s. IV, escribe lo siguiente:

“Yo creo que hubo muchos con el mismo nombre del apóstol Juan, los cuales por amor a él y por amarlo y admirarlo y escucharlo y por querer ser amados lo mismo que él por el Señor, se aficionaron a ese mismo nombre, de igual manera que entre los hijos de los fieles abundan los nombres de Pablo y de Pedro” (HistEcl.7, 25, 14).

Texto que según está redactado, da buena cuenta de que a principios del s. IV, cuando Eusebio escribe su importante obra, la costumbre de poner nombres cristianos se empieza a consolidar, pero ni está absolutamente impuesta, ni mucho menos es obligatoria.

Lo que contradice a unos coetáneos “Cánones Arábicos de Nicea” de dudosa autenticidad, que afirman la imposición del primero de los Concilios “de dar solo nombres de cristianos en el bautismo”, contradicción que, por otro lado, abunda en el carácter apócrifo de los cánones.

Lo cierto es que en pleno medievo siguen predominando nombres que carecen de onomástica cristiana previa: así por ejemplo, Guillermo, Roberto, Rogelio, Hugo y un largo etcétera, y en los países germánicos más que en los latinos. Bien que, como había ocurrido ya en el caso de los mártires, un proceso diferente cual es el de la progresiva canonización de personas que portan esos nombres, los irán incorporando al santoral cristiano.

El Catecismo del Concilio de Trento del año 1556, al tratar las partes de la que consta la ceremonia del bautismo, nos dice:

“Por último, se impone al bautizado un nombre de santo, por dos motivos principales: el primero, para que tenga un modelo que imitar en santidad y virtud; el segundo, para que este Santo sea su abogado, tanto en la vida espiritual como en la corporal. De donde se deduce cuán mal obran los que quieren poner a sus hijos nombres de gentiles, y sobre todo de los que fueron más perversos, como si se deleitasen en el recuerdo y en la mención de nombres impíos”. (Parte II “Los sacramentos”. Capítulo I. El sacramento del Bautismo. X. Ceremonia del bautismo, num 76)

Y si bien es cierto que para entonces los nombres cristianos se hallan absolutamente impuestos en la cristiandad, no menos lo es que la tajante imposición del antepenúltimo concilio ecuménico de la cristiandad no debió de ser tenida en cuenta igualmente en todas partes cuando, por poner un solo ejemplo, un libro como el Ritual de Bourges del año 1666 dirigido a padres y abuelos –y al que tendremos ocasión de referirnos en otra ocasión por una circunstancia muy especial que de momento no les desvelo-, todavía urge a dar “a los niños nombres de hombres santos y a las niñas los de aquellos de mujeres santas tal y como lo requiere el correcto orden”, lo que da buena cuenta de que la costumbre sigue sin ser universal.

Con todo lo cual me despido por hoy, no sin desearles como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

Fuente: religionenlibertad.com

miércoles, 4 de febrero de 2015

La diócesis de Osma-Soria (España) publica una guía para el bautismo de hijos de parejas gays

El vicario general de la Diócesis de Osma-Soria, Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, ha publicado una guía con algunas orientaciones jurídicas y pastorales sobre la admisión al sacramento del bautismo de los hijos, adoptados o biológicos, de parejas homosexuales.

Las orientaciones, revisadas por el obispo Gerardo Melgar Viciosa, sólo quieren ser 'un instrumento al servicio de los párrocos hasta el momento en el que, a nivel de Iglesia universal o de Conferencia episcopal, se promulgue una normativa con carácter general'sobre estos temas.

Reconoció el vicario general que en los últimos tiempos 'asisten al nacimiento de un fenómeno nuevo en relación al tema del bautismo", que plantea a la pastoral de la Iglesia interrogantes que han de ser tratados con caridad y prudencia: se trata de cómo actuar cuando parejas del mismo sexo, que han obtenido o no algún tipo de reconocimiento legal de su unión en el ámbito civil, solicitan el sacramento del bautismo de un hijo biológico de una de las partes de la pareja o concedido en adopción legal.

Aseguró que la Iglesia ha decidido que 'el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y solicitud que reciben los otros niños". De ahí que, para recordar esto y en orden a asegurar una praxis pastoral común en la Diócesis de Osma-Soria, se haya creído conveniente establecer esta normativa diocesana que, como escribe el vicario general, no pretende 'juzgar la conciencia'de las parejas homosexuales aunque su conducta moral sea 'objetivamente contradictoria con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia".

El texto publicado, estructurado en tres apartados, recuerda el magisterio de la Iglesia sobre el sacramento del bautismo así como la normativa canónica a este respecto. Además, invita al 'tacto pastoral' en el modo de acoger y tratar la petición del bautismo por parte de las parejas del mismo sexo.