sábado, 8 de noviembre de 2014

Primera catequesis bautismal (primera parte)



"NO SOMOS 'DUEÑOS' DE LA VIDA"

Ayer tuvimos catequesis bautismal en la parroquia. La sala estaba llena de papás, mamás, padrinos y madrinas. También había un par de "babies". Todos eran católicos, más o menos practicantes, menos una pareja que no pertenece a ninguna iglesia pero han aceptado que su hija sea bautizada y educada en la fe católica. A todos se les ve felices aunque tuvieron una jornada pesada de trabajo.

Cuando les pregunto si alguno de ellos puede explicarme el significado del sacramento del bautismo, la expresión de sus rostros es de alarma. "Vamos", les digo, "imagínense que tienen ante ustedes una persona que no es católica o creyente... y les preguntan "¿por qué bautizan a sus hijos?". ¿Qué les responden?"

Silencio. Sería ilustrativo compartir aquí algunas de las respuestas que he escuchado, pero me alargaría demasiado y no viene a cuento. Baste con decir que algunas explicaciones que me han dado son muy difíciles de entender incluso por mí.

Entonces les digo que voy a compartir con ellos algunas creencias "básicas" de nuestra fe católica y que al final de la catequesis deberían ser capaces de "dar razón" de lo que están pidiendo a la Iglesia de una manera que sea comprensible para un creyente y también para un no creyente.

Hay tres creencias muy sencillas que forman la primera parte de la catequesis de bautismo:

PRIMERO:

Unos padres/padrinos que piden el bautismo para su hijo/ahijado reconocen que la vida de esta persona es un don, un regalo, una gracia... Por eso, la vida de esta persona no les pertenece como les pertenece su casa, sus propiedades, o su cuenta bancaria.

"Ustedes", les digo, "al pedir el bautismo están reconociendo que no son los dueños de la vida de esta persona". "Si alguien puede decir que esta vida le pertenece, ese alguien es... Dios."

¿Entienden lo que digo? Veo a la pareja-sin-iglesia que se agarran la mano y asienten de una manera que me dice que sí, que por ahora, comprenden lo que digo.

Alguna vez, una pareja me ha dicho: "Comprendemos que no somos los dueños de la vida de nuestro hijo, pero, entonces, ¿qué somos?"

"Pues sois los que cuidáis de esa vida", les digo, "para que pueda desarrollarse en su totalidad: sus talentos, habilidades, capacidad de amar, de perdonar... Sois sus cuidadores, pero no sus dueños."

Esta creencia de nuestra fe es muy importante porque se traduce en el modo como damos la bienvenida y aceptamos a la persona que apadrinamos.

Segundo:
(continuará)

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